Luego de asumir oficialmente su ministerio como Obispo de Roma en la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa León XIV se trasladó por la tarde a la Basílica de Santa María la Mayor para venerar la histórica imagen de la Virgen María “Salus Populi Romani”, una de las más queridas por el pueblo romano.
A las 19:00 horas, el Santo Padre ingresó en oración a este templo mariano, donde fue recibido por los fieles que aguardaban en el exterior. Al concluir el momento de veneración, se detuvo también en la tumba del Papa Francisco, ubicada dentro de la misma basílica, para rezar en silencio. Fue un gesto íntimo de comunión con su predecesor y de continuidad espiritual.
Después de la oración, León XIV se asomó a la Logia central para dirigir unas palabras a los presentes:
«¡Hermanos y hermanas, la paz sea con ustedes! Buenas tardes a todos. Gracias por estar aquí, esta tarde, esta noche, cuando celebramos, como miembros de la Diócesis de Roma, la presencia de su nuevo Obispo», expresó con cercanía y gratitud.
El Papa dirigió un agradecimiento especial a quienes sirven cotidianamente en la Basílica, incluyendo a los dos cardenales que lo acompañaron durante la visita y a todos los que promueven la vida de oración y devoción en torno a la figura de la Virgen María.
«Es una bellísima oportunidad para renovar esta devoción a María, Salus Populi Romani, que ha acompañado tantas veces al pueblo de Roma en sus necesidades», subrayó.
En un tono pastoral, el Pontífice animó a pedir la intercesión de la Virgen para seguir caminando unidos como una sola familia en la Iglesia.
«Que Dios, por intercesión de su Madre, bendiga a todos ustedes, a sus familias, a sus seres queridos, y que nos ayude a caminar juntos como la única familia de Dios».
El Papa concluyó su mensaje invitando a rezar juntos el Ave María, seguido de su bendición apostólica. Luego, con un afectuoso “¡Buenas noches y muchas gracias!”, se despidió antes de regresar al Vaticano.
Este gesto mariano, realizado en el primer día de su ministerio como Obispo de Roma, confirma el deseo del Papa León XIV de iniciar su pontificado bajo el amparo maternal de María y en oración por la unidad del pueblo de Dios.
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