Roma vive días de renovado optimismo tras la elección del Papa León XIV, el primer Pontífice estadounidense, cuyo estilo conciliador y actitud dialogante han sido bien recibidos por cardenales, clérigos y fieles de todo el mundo.
“Debe estar muy contento de que hayan elegido a un estadounidense”, comentó con una sonrisa el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, mientras caminaba por la Via della Conciliazione. Aunque él mismo figuraba entre los favoritos al inicio del cónclave, Parolin expresó su esperanza de que la Iglesia viva “en paz, como en los tiempos de los apóstoles, guiada por el Espíritu Santo”.
Esa esperanza parece compartida. El Cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, describió a León XIV como “un hombre de paz y que sabe escuchar”. A sus 92 años, aunque no participó en la votación, Kasper valoró que el nuevo Papa “no es ni demasiado a la izquierda ni a la derecha” y que busca “la continuidad con el Papa Francisco”.
Un ambiente de consenso
El Cardenal Kurt Koch, actual responsable del dicasterio ecuménico, también lo calificó como “un hombre de diálogo” y expresó su confianza en que León XIV “traerá armonía” a la Iglesia. A su vez, el Patriarca caldeo, Cardenal Louis Raphaël Sako, declaró que pidió al nuevo Papa defender a los cristianos perseguidos en Medio Oriente.
Aunque el recibimiento ha sido mayormente positivo, también hay quienes adoptan una actitud prudente. El P. Rok Pogančnik, sacerdote esloveno de orientación tradicional, comentó: “Lo que ha hecho hasta ahora parece muy bueno. Ojalá traiga la paz que tanto necesita la Iglesia”.
Lo que ocurrió en el cónclave
Conversaciones con diversas fuentes revelan más detalles del proceso que llevó a la elección de León XIV, conocido hasta entonces como Cardenal Robert Prevost. El Cardenal Parolin parecía uno de los favoritos al principio, con entre 40 y 50 votos, pero no logró consolidar una mayoría. Otros candidatos, como los cardenales Tagle, Zuppi, Grech, David y Aveline, también vieron sus apoyos fragmentados.
Tampoco lograron imponerse los candidatos apoyados por la Comunidad de Sant’Egidio, ni las figuras consideradas más conservadoras, como los cardenales Sarah, Erdő, Pizzaballa o Ranjith. En este contexto, comenzó a emerger la figura del Cardenal Prevost como una opción de consenso.
Su nombre ganó fuerza en la tercera votación, incluso entre sectores conservadores, en parte gracias al respaldo del Cardenal Timothy Dolan. En la cuarta votación, obtuvo más de 100 votos, superando con holgura los 89 necesarios para ser elegido.
Según el National Catholic Register, no hubo presión alguna previa al cónclave ni lobby por parte del propio Prevost, desmintiendo rumores de medios italianos sobre un supuesto encuentro con el Cardenal Burke.
Un Papa que escucha y respeta el derecho canónico
Los cardenales valoran el estilo de diálogo y apertura del nuevo Pontífice. Muchos coinciden en que su elección marca un punto de inflexión tras años de divisiones. Las congregaciones generales previas al cónclave se caracterizaron por su tono colegial, abierto y franco, a diferencia de los comunicados oficiales emitidos por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Uno de los temas recurrentes fue la necesidad de mayor adhesión al Derecho Canónico. Fuentes confiables señalan que León XIV, quien posee un doctorado en esta materia, está decidido a restaurar el respeto por las normas canónicas y examinar áreas sensibles como la legislación litúrgica y el funcionamiento del Dicasterio para el Culto Divino. Aunque aún no se ha confirmado, podría revisarse en el futuro la restricción impuesta por el Papa Francisco a la Misa tradicional en latín.
Un nuevo comienzo
El ambiente general en Roma es de alivio. “Ha empezado bien”, declaró el arzobispo Georg Gänswein al Corriere della Sera. “Percibo un alivio generalizado. La época de las decisiones arbitrarias ha terminado”. El actual nuncio apostólico en Lituania añadió: “Podemos empezar a contar con un papado capaz de garantizar la estabilidad y apoyarse en las estructuras existentes, sin derribarlas ni perturbarlas”.
Así, comienza una nueva etapa bajo el pontificado de León XIV, con una Iglesia esperanzada, que aspira a reencontrarse con la unidad, la paz y la fidelidad al Espíritu que la guía desde sus orígenes.
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