Chiara fue una niña católica que, a los 16 años se le diagnosticó osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo muy doloroso. Chiara sucumbió al cáncer el 7 de octubre de 1990, después de una dura batalla de dos años. Chiara, a los ojos del mundo, no hizo nada grande, pero a la mirada de Dios vivió y murió como una santa, y esa es la más grande hazaña. Nos transmite paz, confianza y fue plena en Dios, en su vida y en su enfermedad, donde ofreció todo por amor a Dios, dando ejemplo a cientos de personas por todo el mundo por su testimonio.
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