28 marzo, 2024

El Cardenal Stepinac, fue la Cabeza de la Iglesia Croata desde 1934 hasta su muerte en 1960. A partir de 1945 imperó el régimen comunista bajo las órdenes del Mariscal Tito, quien lo enjuició y torturó sin éxito para doblegar su voluntad.

Alojzije Stepinac nació el 8 de mayo de 1898 un pequeño pueblo de Croacia llamado Krasic. Sus padres, campesinos humildes, lo educan en la verdad y en el amor a la vida. Cuando era aún joven, Alojzije, decide consagrar su vida al servicio de Dios. Los tiempos no eran fáciles. Europa había pasado la primera Guerra Mundial y todos conocían el hambre, la desolación y la pérdida de los valores fundamentales.

El 26 de octubre de 1930, a los 32 años de edad, fue ordenado sacerdote en Roma. tan solo 4 años después, es consagrado Arzobispo, con derecho a la sucesión para la ciudad de Zagreb. Así se convirtió en el Arzobispo más joven de toda la Iglesia en el mundo. Ese cargo lo asumió por mérito propio. Tenía 36 años pero se destacaba por defender los derechos de todos los que sufrían, sin importarle su religión, su bandera, o color de piel.

También se destacó como defensor de su patria, atacada por todos los frentes y todos los sectores. Durante la cruenta Segunda Guerra Mundial, protegió a los perseguidos y necesitados, levantando la voz cuando había una injusticia, sin preocuparle las consecuencias.

En 1945, ya terminada la Guerra Mundial, su nación fue incorporada por la fuerza a Yugoslavia, aboliendo todos los derechos humanos y obligándolos a renunciar a sus creencias.

Comenzó así una nueva batalla para el joven Arzobispo, que veía torturar a sus sacerdotes, maltratar a sus hermanos y destruir las escuelas católicas.

Para dominar a este pueblo Croata, fiel a su religión, el Mariscal Tito, le propone a Stepinac, que gozaba de gran prestigio, que se separe de Roma y forme una nueva iglesia. Le pide que forme la “Iglesia Nacional”, dependiente de la autoridad comunista, dándole poderes y riquezas. No pudieron doblegarlo ni callarlo.

Entonces lo acusaron de ser colaborador nazi y lo sometieron a un polémico juicio en el que se demostró su inocencia, pero con leyes creadas especialmente para este proceso lo condenaron a 16 años de trabajo forzado.

La respuesta de Stepinac fue: “Yo sé cual es mi deber. Con la Gracia Divina lo cumpliré hasta el final, sin odio contra nadie, pero también sin miedo a nadie”.

La prensa mundial condenó a los jueces y al gobierno. ¿Cómo demostrar que es culpable aquel que merece el elogio universal? Después se supo de varios testigos que fueron encontrados torturados y muertos. Entonces presionaron a su madre para hacerlo callar, la torturaron y la confinaron a un campo de concentración. Uno de los hermanos del Arzobispo corrió similar suerte.

El 29 de noviembre de 1951, el Papa Pío XII lo ordenó Cardenal estando preso en la cárcel. Como seguía defendiendo a su patria y a los derechos de los pobres, y como no lo podían ejecutar, lo sometieron a una muerte lenta y dolorosa. Instalaron unos aparatos de rayos x para radiarlo todas las noches junto a su celda y lo debilitaron hasta provocarle una muerte dolorosa.

Siguiendo el modelo de Cristo, soportó sin odio todo su martirio, ofreciendo su dolor por su pueblo. Murió el 10 de febrero de 1960. Sus últimas palabras fueron “Fiat voluntas tua”.

El 3 de octubre de 1998, el Papa Juan Pablo II lo proclamó beato de la Iglesia Católica. En su homilía, el Papa aseguró que en su beatificación “reconocemos la victoria del Evangelio de Jesucristo sobre las ideologías totalitarias; la victoria de los derechos de Dios y de la conciencia sobre la violencia y las vejaciones; la victoria del perdón y de la reconciliación sobre el odio y la venganza”.


Fuente ACI Prensa

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