En la tarde de este jueves 8 de mayo, poco después de las 16:00 horas, el Papa León XIV se trasladó al Santuario de la Madre del Buen Consejo en Genazzano para realizar una visita en forma privada, marcada por la oración, la gratitud y el deseo de comenzar su ministerio petrino bajo el amparo de María.
Una visita cargada de historia y espiritualidad
El santuario, custodiado por los religiosos del Orden de San Agustín, alberga una antigua imagen de la Virgen muy querida por la Orden y profundamente vinculada a la figura de León XIII. En su llegada, el Papa fue recibido con entusiasmo por cientos de fieles congregados en la plaza. Una vez dentro del templo, saludó a los religiosos y se recogió en oración ante el altar y la venerada imagen mariana.
Palabras de fe y consagración
Junto a los presentes, el Santo Padre recitó la oración a la Madre del Buen Consejo compuesta por san Juan Pablo II. Al finalizar, tras el rezo del Ave María y el canto del Salve Regina, dirigió unas palabras a quienes se encontraban dentro y fuera del templo:
“He querido venir aquí en estos primeros días del nuevo ministerio que la Iglesia me ha confiado, para llevar adelante esta misión como Sucesor de Pedro”.
Recordando una visita anterior cuando fue elegido Prior General del Orden de San Agustín, León XIV habló de su decisión de “ofrecer la vida a la Iglesia”, reiterando su profunda confianza en la Virgen como “compañera de luz y sabiduría”, evocando las palabras marianas en las bodas de Caná:
“Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5).
Encuentro con la comunidad y bendición final
Tras este momento espiritual, el Papa compartió un encuentro privado con la comunidad agustina en una sala interna del santuario. Al concluir, salió al portal de la basílica para saludar nuevamente a los fieles congregados y expresó su alegría por haber podido rezar ante la Virgen, “un don tan grande” para el pueblo de Genazzano. Añadió que dicho don trae consigo también una responsabilidad:
“Así como la Madre nunca abandona a sus hijos, ustedes también deben ser fieles a la Madre”.
Con un tono cercano, saludó a los jóvenes y a los “jóvenes de corazón” —“¡Somos todos!”, afirmó con humor—, animándolos a seguir a Jesús con entusiasmo al estilo de María.
Parada final en Santa María la Mayor
Antes de regresar al Vaticano, el Papa León XIV hizo una última parada en la Basílica de Santa María la Mayor, donde se recogió en oración ante la tumba del Papa Francisco y la histórica imagen de la Virgen, Salus Populi Romani, reafirmando así su deseo de comenzar su pontificado al resguardo de la Madre de la Iglesia.
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