Santa María Magdalena
Fiesta
Ct 3, 1-4a
Sal 62
Jn 20, 1. 11-18
Celebramos el día de hoy a Santa María Magdalena, la primera testigo de la Resurrección del Señor. Una mujer pecadora, que constantemente caía en su fragilidad. Fue una persona que buscaba salir de las tinieblas. Pero por ella misma nunca lo logró.
En el libro del Cantar de los Cantares que hemos reflexionado el día de hoy, nos percatamos de una mujer que esta en la búsqueda del amor de su alma. En ese peregrinar, el camino se va haciendo cada vez más largo. Algo parecido le sucedió a María Magdalena: ella buscaba el Amor, pero lo hacía por caminos equivocados. Al final, el Amor terminó encontrándola a ella cuando menos lo esperaba.
Todos queremos encontrar el Amor. Digo, ¿a quién no le gusta sentirse amado por otro? ¿A quién no le gusta saberse amado por Dios? Ciertamente es una tarea muy complicada, la de encontrar el amor, pero más que buscar, debemos de dejarnos encontrar por Él. No tengas miedo a encontrarte con el Amor verdadero.
María Magdalena, una vez que se encontró con ese Amor, no quería estar lejos de Él, se convirtió en su discípula. Ella, con su corazón quebrantado por la muerte de su Maestro, va y lo busca al sepulcro. Se resiste a comprender el camino del calvario padecido por el Señor, porque no quiere estar sin Él. Magdalena llora por la muerte de Jesús, por la muerte de Aquel que la amó hasta el extremo.
En ocasiones nos puede suceder lo que María Magdalena: lloramos porque ha muerto el Amor: cuando nos alejamos de Dios, muere el Amor; cuando preferimos hacer el mal que el bien, muere el Amor; cuando prefiero buscar al Señor por caminos oscuros y de tinieblas, muere el Amor. Somos nosotros, con nuestro pecado, los que matamos al Amor. Y es normal, que tras matar al más grande Amor que hemos tenído, nos sintamos tristes, lloremos por ese Amor sacrificado.
Aquí es necesario que alguien toque el corazón lastimado, que enjugue las lagrimas de nuestro rostro. Jesús nos llama por nuestro nombre: Él quiere liberarnos de nuestros dolores, de nuestras angustias, de nuestras preocupaciones; Cristo quiere llenarnos de alegría, de paz, de felicidad. Pero solo se puede dar por medio del encuentro con el Resucitado.
Hoy Jesús nos pregunta como a María Magdalena ¿Por qué lloras? ¿Por qué estás triste? El Amor no ha muerto. ¡Jesús está vivo! ¿Por qué buscas entre los muertos al que esta vivo? ¿Por qué busca a Jesús en caminos equivocados? Busquemos siempre al Amor. Es más: dejémonos encontrar por el Amor. El Señor sabe en dónde encontrarnos. Solo permítele encontrarte con Él. Que como María Magdalena, también nosotros experimentemos ese gran Amor y lo sigamos todos los días de nuestra vida.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Agregar comentario