16 mayo, 2025

La tarde de este miércoles 30 de abril, en la Basílica de San Pedro, el Cardenal Vicedecano del Colegio Cardenalicio ha presidido la quinta Misa de los Novendiales en sufragio del Papa Francisco, con la participación de la Capilla Papal, reservada exclusivamente a los cardenales. Y recordó los gestos de servicio del Papa Francisco, como el lavatorio de los pies en los lugares de sufrimiento y el beso de los pies a los líderes de Sudán del Sur.

El sueño de Dios para su Iglesia, expresado varias veces por el Papa Francisco, está en el encuentro y el diálogo entre las generaciones, entre los sueños de los ancianos y la energía y la visión de los jóvenes, porque “no hay crecimiento sin raíces y no hay floración sin nuevos brotes”. Y el difunto Pontífice deja también esta palabra al Colegio Cardenalicio, «formado por jóvenes y ancianos, en el que todos puedan dejarse enseñar por Dios, intuir el sueño que Él tiene para su Iglesia y tratar de realizarlo con entusiasmo joven y renovado». Así lo afirmó el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio, en la homilía de la quinta Misa de los Novendiali en sufragio por el Papa Francisco, presidida esta tarde en la Basílica de San Pedro.

El deber de permanecer siempre como servidores

En la celebración dedicada al Colegio Cardenalicio, reunidos estos días en las congregaciones que preceden al Cónclave, el purpurado ítalo-argentino se detiene en la necesidad de permanecer siempre diáconos, es decir, servidores, que deriva de la púrpura y del título de Servus Servorum Dei que la tradición atribuye al Obispo de Roma.

“El Papa Francisco lo vivió eligiendo diferentes lugares de sufrimiento y de soledad para realizar el lavatorio de los pies durante la Santa Misa in Coena Domini, pero también arrodillándose y besando los pies de los líderes de Sudán del Sur, implorando el don de la paz”.

Con el mismo estilo, «considerado escandaloso por muchos, pero fuertemente evangélico», con el que san Pablo VI, recuerda Sandri, el 4 de diciembre de hace cincuenta años en la Capilla Sixtina, se arrodilló para besar los pies de Melitón, metropolitano de Calcedonia.

La visita del Papa a la Basílica antes de la Vigilia Pascual

El vicedecano abre su homilía subrayando que es a partir de la experiencia pascual de Cristo que «encuentra sentido el ministerio del Sucesor de Pedro», recordando las palabras de Jesús a Pedro: “Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”. Del Papa difunto, recuerda su visita a la Basílica poco antes de la Vigilia Pascual, explicando que idealmente, en los Novendiali, el Sucesor de Pedro “nos convoca para confirmarnos”, renovando la fe en la resurrección y en la misericordia divina.

Siervos en la Curia y en las diócesis del mundo

El cardenal Sandri enfatiza que los cardenales, reunidos para despedir al Papa Francisco, son sus primeros colaboradores, llamados a servir desde cada rincón del mundo, desde Tonga hasta Mongolia, hasta Jerusalén. Todos ellos, recuerda, «están llamados a servir, testimoniando el Evangelio hasta el derramamiento de sangre».

Refiriéndose al pasaje de los Hechos de los Apóstoles leído en la liturgia, Sandri rememora el discurso de Pedro en Pentecostés. Así, subraya que la Iglesia vive ahora un tiempo de espera del Espíritu, y que con esa efusión, podrá continuar su camino “con un nuevo Pastor”.

La profecía del encuentro y diálogo entre generaciones

Sandri recuerda la cita preferida de Francisco, del profeta Joel: “vuestros jóvenes verán visiones, vuestros ancianos soñarán sueños”, destacando que el Papa la repetía constantemente para subrayar la importancia del diálogo entre generaciones:

«No hay futuro sin este encuentro entre ancianos y jóvenes; no hay crecimiento sin raíces, ni florecimiento sin nuevos brotes. Nunca profecía sin memoria, nunca memoria sin profecía; y siempre encuentro».

Finalmente, el vicedecano recuerda la visión de Francisco respecto al Año Santo del 2033, los dos mil años de la Redención de Cristo. Un sueño que ahora queda en manos del futuro Pontífice y del pueblo de Dios: un camino hacia Jerusalén, para anunciar desde el Santo Sepulcro que “¡El Señor ha resucitado verdaderamente!”.

Finalmente, el cardenal Sandri elevó una oración para que Dios acoja a su siervo, el Papa Francisco, y le conceda “la alegría de contemplar eternamente los misterios de la gracia y de la misericordia que él dispensó fielmente a su pueblo en la tierra”.

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