San Bartolomé, o Natanael, predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchos pueblos. Los enemigos de la religión cristiana en el Medio Oriente lo martirizaron, quitándole la piel y después le cortaron la cabeza. San Bartolomé nos enseña que la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en decidirse por Cristo y propagar su Santa y Única religión y su amor por todos, a pesar de las consecuencias que esto pueda traer.
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