San Gregorio nació en Venecia -Italia en el año 1625. Perteneció a una familia rica e influyente.Al morir su madre, cuando él tenía la edad de dos años, su padre se prometió darle la mejor educación. Lo educó en las ciencias y en el arte de la guerra, pero a él le interesaba más todo lo que tuviera relación con Dios y la salvación de las almas.
Al cumplir los veinte años fue escogido por el gobierno veneciano como acompañante del embajador Luigi Contarini, al famoso Congreso de Munster, donde los representantes de Alemania, Francia y Suecia, firmaron el tratado de Westfalia, el 24 de octubre de 1648, y así pusieron fin a la guerra de Treinta Años.
Llegando a Roma la peste del tifo negro, conociendo la gran caridad de San Gregorio, el Santo Padre lo nombra presidente de la comisión encargada para atender a los enfermos.
En 1657, el Papa Alejandro VII, le ofrece nombrarlo obispo de Bérgamo, San Gregorio le pide que le deje celebrar primero una misa para conocer los planes de Dios. En esta, oye un mensaje celestial que le aconseja aceptar el nombramiento.En 1660 se le consagró cardenal; cuatro años más tarde, fue transferido al obispado de Padua. Era benigno y misericordioso, su piedad se mostraba sobre todo a los que sufrían o estaban en desgracia.
Con el propósito de fomentar la cultura, fundó un colegio y un seminario que tuvieron gran renombre. A las dos instituciones las dotó con imprenta propia y una biblioteca bien surtida, particularmente con los escritos de los Padres de la Iglesia y los estudios sobre las Sagradas Escrituras.
El siempre repetía: “para el cuerpo basta poco alimento y ordinario, pero para el alma son necesarias muchas lecturas y que sean bien espirituales“.
San Gregorio Barbarigo murió el 15 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.
Otros Santos que se celebran hoy: Antidio, Imerio, Gundulfo, obispos; Basilio, Inocencio, Félix, Peregrino, Hermias, Sabel, Ismael, Nicandro, Marciano, Montano, Valeriana, mártires; Isauro, diácono; Avito, abad; Hipacio, Rainiero, confesores; Julián, monje; Besarión, anacoreta; Alena (Elena), santa.
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