29 marzo, 2024

San Juan de Capistrano (1386-1456), cuya fiesta se celebra hoy 23 de octubre, fue un fraile franciscano nacido en el desaparecido Reino de Nápoles (actual Italia), en la ciudad de Capistrano, el 24 de junio de 1386. Hijo de un prominente barón alemán, fue abogado y después juez; incluso llegó a desempeñarse como gobernador de Perugia. Una vez consagrado completamente al servicio de Dios, se convirtió en misionero, predicador y defensor de la fe.

Habiendo desarrollado una promisoria carrera secular, a los 30 años, tuvo un sueño en el que vio a San Francisco de Asís que lo llamaba a ser parte de la Orden de los frailes menores. Para Juan aquel sueño fue la confirmación del deseo que le encendía el corazón: consagrarse al servicio de los más necesitados. Él mismo había sufrido la carencia de todo, cuando tuvo que pasar un tiempo en prisión, en momentos en que la ciudad había caído en manos de sus enemigos, la familia Malatesta. Ya como miembro de la Orden, Juan empezó a destacar como buen estudiante y orador. Tuvo como preceptores a santos formadores, entre los que destacaba su maestro de Teología, San Bernardino de Siena, quien se convirtió en su amigo, y a quien tuvo que defender años más tarde de injustas acusaciones.

Como sacerdote, Juan de Capistrano se convertiría en un predicador querido y admirado. Combatió el denominado “fraticismo”, herejía que pretendía distorsionar el mensaje evangélico echando mano de la regla y la espiritualidad franciscana. Debido al santo celo que mostró en estas arenas, Juan fue llamado “Columna de la Observancia” y se convirtió en uno de los principales reformadores de la Orden.

Evangelizador y defensor de la fe

Viajó por casi toda Europa predicando el Evangelio. Lo hizo en Alemania, Bohemia, Austria, Hungría y Polonia. Vivía de manera sencilla, comiendo y durmiendo lo estrictamente necesario. Se ganó, en vida, la fama de obrar milagros, al punto que era habitual que le llevaran enfermos para que los cure. Y aunque dicha fama nunca fue de su agrado, no se negaba a atender a nadie, por el contrario, siempre acogía a los enfermos con amabilidad y les daba la bendición.

En 1456 se produjo el Sitio de Belgrado, en el que las fuerzas otomanas (musulmanes) invadieron la región de Serbia y se disponían a hacer lo mismo en Hungría. El número de otomanos era muchísimo más grande que el de las fuerzas húngaras (cristianos). Cuando los defensores de la ciudad estaban por huir en retirada, San Juan de Capistrano, quien vivía en aquellas tierras por ese entonces, tomó la bandera con la cruz y los animó gritando “Jesús, Jesús, Jesús, creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión”. Ese día los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que abandonar la región. San Juan Capistrano fue aclamado entonces como un héroe. Lamentablemente, no mucho después, la peste invadió el país y muchos contrajeron la enfermedad, entre ellos el santo. Juan de Capistrano murió el 23 de octubre de 1456, a la edad de 70 años.

Fue canonizado por el Papa Alejandro VII en 1690 y nombrado patrón de los capellanes militares en 1984.

Ecos en América

San Juan de Capistrano es el nombre que tomó una de las más famosas misiones franciscanas del siglo XVIII, durante la colonización de la Alta California, actual Estados Unidos. La ciudad que se construyó sobre la base de la misión conserva el nombre del santo hasta el día de hoy.

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