6 noviembre, 2024

Siendo un niño pobre e ignorante, quiso entregar su vida a Dios y, a pesar de todas las dificultades por no desempeñarse bien en el seminario y no aprender bien el latín, durante más de 40 años, San Juan María Vianney se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la pequeña y aparentemente insignificante aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una inmensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba con Dios, por medio de la confesión, a los arrepentidos y, con su ardiente caridad, los alimentaba de la Eucaristía. Brilló de tal modo que difundió sus consejos a lo largo y ancho de toda Europa, y con su sabiduría llevó a Dios muchísimas almas, tanto que el mismo demonio lo atormentaba, pues le arrebató miles de almas. E patrono de los párrocos y sacerdotes, y nos enseña que la santidad no depende de tener muchas cualidades o saber mucho, sino de amar mucho.

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Mariel

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