Después de una vida difícil siendo repudiada por su esposo, Santa Elena fue acogida por su hijo Constantino, siendo éste emperador. Elena se convirtió entonces a la fe católica e influyó para la conversión de su hijo y el cese de la persecución romana a los católicos. Nuestro Señor le infundió el deseo de buscar su Cruz, donde fue sacrificado, para que los católicos pudiésemos venerarla. El hallazgo de la Santa Cruz se le atribuye a ella, siendo un ejemplo de perseverancia y amor a Cristo y su Cruz.
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