La más antigua de las listas de fiestas romanas de mártires, conocida como el “Depositio Martyrum” y que data de la época del Papa Liberio, es decir, alrededor de mediados del siglo cuarto (Ruinart, Acta sincera, Ratisbon, pág. 631) menciona siete mártires cuya fiesta se celebraba el 10 de julio. Sus restos habían sido depositados en cuatro catacumbas distintas: en tres cementerios en la Vía Salaria y en uno en la Vía Apia. Dos de los mártires, Félix y Felipe, descansaban en la catacumba de Priscila; Marcial, Vidal y Alejandro, en el Coemeterium Jordanorum; Silvano en la catacumba de Máximo, y Jenaro en la de Prætextatus. Junto al nombre de Silvano se añadió que su cuerpo había sido robado por los Novacianos (hunc Silanum martyrem Novatiani furati sunt). En las Actas de estos mártires, que realmente existieron en el siglo sexto porque Gregorio Magno se refiere a ellos en su “Homiliae super Evangelia” (Lib. I, hom. iii, en P.L., LXXVI, 1087), se indica que los siete fueron hijos de Felicidad, una dama noble romana. De acuerdo a estas Actas, Felicidad y sus siete hijos fueron puestos en prisión a causa de su Fe Cristiana, a instigación de sacerdotes paganos, durante el reinado del Emperador Antonino. Ante el prefecto Publio adhirieron firmemente a su religión y fueron entregados a cuatro jueces que los condenaron a diversas formas de muerte. La división de los mártires entre cuatro jueces se corresponde con los cuatro lugares de su entierro. La misma Santa Felicidad fue enterrada en la catacumba de Máximo en la Vía Salaria, al lado de Silvano.
Ruinart juzgó que estas Actas eran genuinas (ob. cit., 72-74) e incluso distinguidos arqueólogos modernos han considerado, si bien su forma actual no coincide totalmente con el original, que están esencialmente basados en archivos genuinos contemporáneos. Investigaciones recientes de Führer, sin embargo, (ver abajo) han demostrado que esta opinión tiene poco sustento.
La recensión más antigua de estas Actas, editada por Ruinart, no es anterior al siglo sexto y parece estar basada en un original que no es romano sino griego. Además, aparte de la forma actual de estas Actas, se han cuestionado varios detalles. Si Felicidad fue realmente la madre de los siete mártires recordados el 10 de julio, es extraño que su nombre no aparezca en el conocido calendario romano del siglo cuarto. Su fiesta se menciona por primera vez en el “Martyrologium Hieronymianum”, pero en un día distinto (23 Nov). Sin embargo, es históricamente cierto que tanto ella como los siete mártires mencionados como sus hijos en las Actas sufrieron por la Fe Cristiana. Desde muy antiguo, su fiesta se celebró solemnemente en la Iglesia Romana el 23 de noviembre, porque ese día Gregorio Magno pronunció una homilía en la basílica que erigida sobre su tumba. Su cuerpo, descansó después en la catacumba de Máximo. Todos los itinerarios romanos o guías a los lugares de entierro de los mártires ubican el suyo en ese cementerio en la Vía Salaria, especificando que su tumba estaba en una iglesia sobre esa catacumba (De Rossi, Roma sotterranea, I, 176-77), y que el cuerpo de su hijo Silvano también estaba allí. La cripta donde se enterró a Felicidad fue más tarde ampliada en una capilla subterránea y redescubierta en 1885. Todavía es visible un fresco del siglo diecisiete en la pared posterior de esta capilla, representando en un grupo a Felicidad y a sus siete hijos, y encima la figura de Cristo concediéndoles la corona eterna.
Ciertas referencias históricas a Santa Felicidad y sus hijos son anteriores a las Actas mencionadas, como por ejemplo un sermón de San Pedro Crisólogo del siglo quinto (Sermo cxxxiv, en P.L., LII, 565) y un epitafio métrico escrito por el Papa Dámaso (m. 384) o compuesto poco después de la época en que vivió y sugerido por su poema en alabanza a la mártir: Discite quid meriti præstet pro rege feriri; Femina non timuit gladium, cum natis obivit, Confessa Christum meruit per sæcula nomen (Aprendan cuan meritorio es morir por el Rey (Cristo). Esta mujer no temió la espada y pereció con sus hijos. Confesó a Cristo y mereció fama eterna. –Ihm, Damasi Epigrammata (Leipzig, 1895), pág. 45) Tenemos por lo tanto la confirmación de una antigua tradición romana, independientemente de las Actas, a los efectos de que la Felicidad que descansaba en la catacumba de Máximo y cuya fiesta conmemoraba la Iglesia Romana el 23 de noviembre sufrió martirio con sus hijos. No hay constancia, sin embargo, de ningún detalle relativo a estos hijos. Puede notarse que la tumba de San Silvano, uno de los siete mártires (10 de julio), estaba junto a la de Santa Felicidad y fue igualmente honrada; es muy posible, por lo tanto, que la tradición haya identificado a los hijos de Santa Felicidad con los siete mártires y que esto haya sido la base de las Actas existentes. La tumba de San Jenaro en la catacumba de Prætextatus es de fines del siglo dos, período en el cual deben haber tenido lugar los martirios, probablemente bajo Marco Aurelio. Si Santa Felicidad no sufrió martirio en la misma ocasión, no tenemos forma de determinar la fecha de su muerte. En un antiguo edificio romano cerca de las ruinas de los Baños de Tito existió a principios de la Edad Media una capilla en honor a Santa Felicidad. Una pintura descolorida en esta capilla la representa con sus hijos tal como en el fresco de su cripta mencionado anteriormente.
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