I Domingo de Adviento Ciclo “A”
Is 2, 1-15
Sal 121
Rm 13, 11-14
Mt 24, 37-44
Con la gracia de Dios hemos comenzado un nuevo año litúrgico. Nos da una nueva oportunidad para reivindicar nuestro camino hacia Él. Este día damos inicio al tiempo del Adviento, el cual nos recuerda que “algo” o “alguien” está por llegar.
Este primer domingo del adviento, Jesús nos invita a estar vigilantes, es decir, a estar atentos. Sin vigilancia nos dormimos, caemos en la rutina de lo ordinario, terminamos acostumbrándonos a una vida inmersa en el pecado, ya que poco a poco se pierde el interés de los asuntos del Señor. La vigilancia a la que nos invita Jesús es la de despertar de nuestra inconsciencia, estar atentos y vivir la realidad en la que nos encontramos.
Muchas veces vivimos el sueño de ser verdaderos cristianos, cuando, en la realidad, nuestras actitudes, nuestro estilo de vivir y desenvolvernos, no se parece nada a lo que el Señor nos enseñó. Si no despertamos o estamos en vigilancia constante seguiremos engañándonos a nosotros mismos, creyendo que vamos por buen camino.
En muchas ocasiones vivimos lejos de las enseñanzas del evangelio: tenemos corazón, pero se ha endurecido; tenemos oídos, pero no escuchamos como lo hacía Jesús; tenemos ojos, pero no vemos la vida como la veía Él. Si no despertamos, si no estamos constantemente en vela, nos puede suceder aquello que el evangelista Mateo escribió: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te asistimos?” (Mt 25, 44).
El gran riesgo del cristiano es instalarse, acomodarse a sus creencias, acostumbrándose a vivir como le venga en gana. ¿Cómo despertar? ¿Cómo volver al furor de aquel primer amor que transformó mi vida? Sin duda alguna lo primero será volver a Jesús, arraigarnos a su palabra, reavivar en nuestro corazón la experiencia del amor de Dios. San Pablo nos dará una pauta para ello: “Ya es hora de que despertemos del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz”.
Hoy puede ser un excelente día para atrevernos a hacer cosas diferentes. No seguir actuando como todo el mundo lo hace; no identificarnos con lo inhumano de la sociedad; vivir en contradicción con tanta mediocridad y falta de sensatez. Nunca es tarde: atrevámonos a introducir esperanza en medio de este mundo desesperanzado, a compartir amor a este mundo descorazonado, a hacer cosas nuevas en medio de un mundo desanimado o anclado a la costumbre.
Agradezcamos a Dios este tiempo que nos está regalando. Que podamos acogerlo en nuestro corazón. Que el Señor todopoderoso avive en nosotros el deseo de vivir un adviento diferente, que nos conceda la gracia de salir al encuentro de Cristo que viene, y viene para salvarnos.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
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