Jueves de la XXXIV semana Tiempo Ordinario
Dn 6, 12-28
Dn 3
Lc 21, 20-28
Por muchos ya es conocida una famosa frase de San Pablo: “Si Dios está con nosotros, ¿Quién puede estar en nuestra contra? (cfr. Rm 8, 13). Yo considero que deberíamos de hacer de ella un “eslogan” en nuestra vida y guardarla en el corazón.
Una vez más nos encontramos con una famosa escena del joven Daniel: es arrojado a la fosa de los leones por romper el decreto del rey Darío, el cual prohibía hacer oración durante tres días. Que esto sea histórico o no, no importa mucho. Lo que nos importa es la enseñanza de mantenernos animados y perseverar fieles al Señor en medio de las circunstancias adversas que se nos presenten.
Aunque hoy en día no nos encontramos en una fosa con leones, nos encontramos con fieras capaces de hacer más daño: la critica, el chisme, la calumnia, el rechazo, la incomprensión, el egoísmo, la indiferencia, etc. En nuestro tiempo nos encontramos con muchas fuerzas que están opuestas al Evangelio.
Aún cuando somos fuertes y tenemos infinidad de virtudes, por nuestras propias fuerzas será imposible vencer a todas estas vicisitudes. De aquí, pues, fijarnos en la lección que Daniel nos ofrece: él se fía completamente a Dios, ya que sabe que lo protegerá, que le dará las fuerzas necesarias para resistir.
Aquí también vendrá a jugar un papel muy importante la fe, la cual nos hace abandonarnos totalmente al Señor, trazando en nuestra vida un camino que nos conduce a la verdadera felicidad.
Este pasaje bíblico es una buena lección para todos aquellos que están pasando por momentos difíciles y complicados. Y ¿quién de nosotros no ha pasado por estos? Si en aquellos tiempos los reyes obligaban a los judíos a realizar sacrificios en honor a sus dioses paganos, de igual modo el mundo actual no invita a levantar altares a dioses falsos, que no prometen la salvación. Tales como: el egoísmo, el placer, el dinero, un estatus social, etc.
También Jesús nos advierte al respecto que se habrá tiempos difíciles: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejercito, sepan que se aproxima la destrucción… habrá angustia… caerán al filo de la espada, los llevarán cautivos…”. Pero no se queda únicamente en un plano negativo, sino que nos da una esperanza: “Entonces verán al Hijo del hombre venir, con poder y gloria. Cuando esto suceda, levanten la cabeza, puesto que se acerca el día de su liberación”.
Ciertamente pasaremos momentos difíciles, situaciones muy complicadas y adversas, pero al final llegará la paz, la felicidad que tanto hemos añorado. Dice una canción: “Seguro que hay sol, mañana, vas a ver que pase lo que pase, sale el sol”.
Tenemos que levantar nuestra cabeza, mirar a Dios y continuar. Aún cuando todo esté en nuestra contra, el Señor está con nosotros. Como Daniel, no dudemos en acercarnos a Dios por medio de la oración, del abandono total a su Divina Providencia. Créeme, si haces esto lograras experimentar la liberación que nos promete Jesús en el Evangelio.
¿Qué te parece si este día reflexionamos sobre cómo está mi oración y confianza en el Señor? ¿Te animas?
Pbro. José Gerardo Moya Soto
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