18 junio, 2025

A las 10:00 a. m. (hora local) el Santo Padre León XIV inició la Eucaristía para el comienzo oficial de su ministerio como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro. Previamente, acompañado por Patriarcas de las Iglesias Orientales, descendió al Sepulcro de San Pedro para un momento de oración e incensación.

En una emotiva y esperada homilía, el nuevo Santo Padre dirigió sus primeras palabras como Obispo de Roma al Colegio Cardenalicio, a las autoridades presentes y al pueblo fiel, expresando su profundo agradecimiento y destacando el sentido de comunión que lo acompañará en este nuevo ministerio.

«Ci hai fatti per te, Signore, e il nostro cuore non ha posa finché non riposa in te», citó de San Agustín, marcando el tono espiritual de su mensaje. Recordó el dolor vivido por la Iglesia universal tras la muerte del Papa Francisco, asegurando que en medio del sufrimiento “el Señor no abandona nunca a su pueblo”.

El Papa subrayó que el Cónclave fue un momento de gracia: «Accompagnati dalla vostra preghiera, abbiamo avvertito l’opera dello Spirito Santo», y añadió que su elección no responde a méritos propios, sino al deseo de ser “un hermano que quiere hacerse servidor de la fe y de la alegría de todos”.

Una Iglesia de amor y servicio

Citando el Evangelio de Juan, el Santo Padre destacó que el ministerio de Pedro está íntimamente ligado al amor oblativo, “un amor que se ofrece sin reservas”. La autoridad del sucesor de Pedro, explicó, debe ser siempre signo de la caridad de Cristo, alejada de toda forma de imposición o poder.

«A Pietro è affidato il compito di ‘amare di più’», expresó, remarcando que el Papa no debe ser un jefe solitario, sino “uno que camina junto al pueblo, sirviendo la fe de sus hermanos”. Inspirado en las palabras de San Pedro y San Agustín, recordó que todos los bautizados somos “piedras vivas” en la construcción de la Iglesia.

Fermento de unidad para el mundo

Ante un mundo herido por el odio, la violencia y la desigualdad, el Papa hizo un fuerte llamado a que la Iglesia sea “un pequeño fermento de unidad, comunión y fraternidad”, animando a todos a mirar a Cristo y a formar una sola familia en Él.

«Questa è l’ora dell’amore!», proclamó, pidiendo que la caridad de Dios sea el corazón del Evangelio. “Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad”, concluyó.

El mensaje fue claro: la Iglesia no debe encerrarse ni creerse superior, sino tender puentes con otras Iglesias, religiones y culturas. Con un espíritu misionero renovado, el nuevo Papa invitó a todos a caminar juntos, “come fratelli tutti”, hacia un mundo de paz y reconciliación.

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