A las 11:00 de esta mañana, en la Capilla Sixtina, el Papa León XIV presidió su primera Celebración Eucarística como Sumo Pontífice junto a los Cardenales electores. En su homilía, centrada en la profesión de fe de San Pedro —«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt 16,16)—, el nuevo Papa delineó las líneas esenciales de su pontificado.
El Santo Padre recordó que esta confesión de fe «resume el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia custodia, profundiza y transmite». Subrayó que en Jesús «Dios se ha revelado como modelo de humanidad santa» y prometió, con la ayuda divina, ser administrador fiel de ese tesoro al servicio del Cuerpo místico de la Iglesia.
Una Iglesia como faro en las noches del mundo
León XIV afirmó que la Iglesia no debe brillar por la magnificencia de sus estructuras, sino por «la santidad de sus miembros», llamados a ser «pueblo que proclama las obras admirables de Dios» (1Pe 2,9). Invocando la imagen de la Iglesia como ciudad sobre el monte, arca de salvación y faro en la historia, exhortó a no tener miedo de proclamar la fe en un mundo que a menudo la rechaza o ridiculiza.
Frente a la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», el Papa identificó dos respuestas presentes también hoy: la de un mundo que ignora a Cristo o lo rechaza, y la de una gente que lo valora, pero solo como un hombre justo o un líder carismático. Ambas respuestas, según el Papa, reflejan actitudes actuales donde la fe se ve como absurda, débil o innecesaria.
“Sparire perché rimanga Cristo”
León XIV se refirió al testimonio de san Ignacio de Antioquía, quien escribió: «Entonces seré verdaderamente discípulo de Jesucristo, cuando el mundo no vea mi cuerpo». Con estas palabras, el Papa indicó su deseo de desaparecer para que solo Cristo permanezca, “hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado”.
Concluyó pidiendo a Dios la gracia de ejercer su ministerio como siervo fiel, guiado por la intercesión de María, Madre de la Iglesia, y comprometido a vivir su vocación “hasta el fondo”, para que a nadie le falte la oportunidad de conocer y amar a Cristo.
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