San Cayetano de Thiene se caracterizó por ser un hombre sumamente trabajador y humilde. Trabajó hasta morir por el Reino de Dios y la santificación de las almas. Se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica.
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