El Siervo de Dios Fray Antonio Alcalde desde muy joven rindió su vida el servicio de Dios. Siendo parte de Orden Dominicana se desempeñó como prior de varios conventos y por obediencia cruzó el océano para ser obispo, primero de Mérida y después de Guadalajara; tierras que conocieron su amor, su bondad y su entrega al evangelio, siempre al servicio de los más necesitados.
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