28 marzo, 2024

“Una niña, buena como un ángel”:

Los habitantes del pueblo donde vivió al preguntar por ella, se expresaban de esta manera.   Mariíta, la segunda hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, vivió en Ferriere di Conca, en la provincia de Latina. Sus padres eran dos campesinos emigrados del pontino da Corinaldo, provincia de Ancona, con sus seis hijos, María Goretti nació allí el 16 de octubre de 1890.


Testimonio de la fe incluso en medio de las dificultades

La pequeña María era afable, generosa y pura de corazón, dedicada siempre a las tareas domésticas y cuidando sus hermanos más pequeños, mientras sus padres trabajaban sin descanso en el duro trabajo del campo. La fe, la continua oración, especialmente el Rosario acompañaban a la niña incluso cuando a los diez años perdió a su amado papá, debido a la malaria. El sufrimiento no debilitó la voluntad de Mariíta, más bien desde ese momento sintió que tenía que apoyar a su mamá que se quedó sola cuidando a la familia.

El deseo de recibir la Santa Comunión

Las precarias condiciones económicas empujaron a la familia Goretti a asociarse en el trabajo con la familia Serenelli que vivían en la misma granja, y que también ellos trabajaban en el campo propiedad del conde Mazzoleni. Mientras los Serenelli, padre e hijo, se dedicaban al cultivo y Assunta cuidaba a los niños, María se ocupaba de vender los huevos hasta Nettuno, preparaba las comidas de los campesinos y remendaba los vestidos. La intensa actividad cotidiana no apagó en la niña su deseo de orar, aunque no había estudiado, en 1902 con apenas once años, un año antes del previsto, pidió recibir el sacramento de la Comunión. Estaba dispuesta a renunciar horas de sueño con tal de poder participar en la misa dominical en Campomorto, distante varios kilómetros de su casa.

La cruz y el silencio

Su paz espiritual se vio turbada cuando desarrolló, y el joven Alejandro Serenelli, que María consideraba su hermano, se dio cuenta de su cambio de niña a mujer y comenzó a molestarla con morbosas atenciones. Alejandro la acosó varias veces, María puntualmente le decía que no ofendiera a Dios actuando de esta manera. El joven amenazó de muerte a María si lo denunciaba a la familia. El silencio fue una cruz pesada que comenzó a cargar, pero la niña no quería que empeoraran las relaciones entre ambas familias, que ya eran tensas por otros motivos. María encontró consuelo confiándose a la Virgen.

El martirio y la canonización

El cinco de julio de 1902 mientras las familias Serenelli y Goretti estaban trabajando en los campos y María estaba sola en casa, Alessandro la agredió intentando violarla. La niña le advirtió que lo que estaba haciendo Dios no lo prohibía que se iría al infierno, esperando así poder proteger su castidad. El joven ciego de la rabia, la apuñaló repetidamente con un punzón, hiriéndola mortalmente. Al día siguiente, antes de morir, la niña lo perdonó confiando a la Madre su íntimo deseo que también él la alcanzara en el Paraíso. El joven se convirtió en 1910, mientras estaba en la cárcel, y una vez que salió en 1928 pidió perdón a Assunta Goretti. El papa Pío XII quiso que Maríita fuera proclamada santa el 24 de junio de 1940. Hoy día el santuario de la Virgen de las Gracias en Neptuno, que custodia sus restos mortales es una meta constante de peregrinaciones.

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